En medio de la agonía del río Cauca, del problema ético de una empresa que fracasa en su represa y de la incertidumbre de miles de personas desplazadas de su cuenca, es conmovedor sentir compromiso colectivo para componer una carta en movimiento, un intento de abrazo a una comunidad abatida y un llamado a que no se nos olvide que en la tierra somos marca de agua, a la vida y al cuidado que hoy no evaden los destinatarios de este mensaje: todos ellos cañoneros.
"...porque saben que cuando atacamos a un cuerpo distinto al nuestro, sea un animal, una montaña, un bosque o una piedra, nos auto-saboteamos, nos anulamos a nosotros mismos".